jueves, septiembre 18, 2008

Cómo pudo vivir siendo de esa manera. Cómo es que aguantó tanto pisoteo sobre su cabeza, tanto alcohol en la sangre y noches decepcionantes con un cigarro en la mano oyendo el tráfico pasar.
Insecto urbano prepotente, lacra de la sociedad con cuatro dedos de frente y una barba que guardaba restos de comida, confiando en que Jane algún día se levantaría de la tierra para ponerse el vestido azul que guardaba en el aparador de la esquina.
A veces me gustaría ser tan fuerte como el, ahogándome en alcohol nocturno, vespertino, a media tarde, cuando el reloj marque las cuatro, o las cinco, las seis. Ya sabes… cualquier hora es buena para pegarse un borrón memorial, un corte en la oreja izquierda y observar cómo aparecen mas lunares en las piernas, bajo el cuello.
Ver bajo la luz de media tarde primaveral como corres sobre el pasto, maicillo, partículas de polvo volando a contra luz, sentada en una banca fría y verde musgo, el sol chocando en los edificios y ya en el metro, medio moribunda de temor, me habría sentado en el suelo a observar los pies, cositas brillantes bajo los asientos, pedacitos de luces brillantes.