martes, septiembre 25, 2007

Ésta, no parecida a esas muchas, es la última vez.

No fui nadie al parecer.
Desaparecí hace unos cinco minutos atrás, me fui en el bolsillo de un pantalón que conozco: maniatada, desesperada, quebrantada y angustiada.
Qué hacer en casos de desesperación: sentarse incómoda toda la noche en la cama sin cerrar los ojos para seguir pensando en cómo sacarme la sensación de escape viril adolescente despechado y mal entendido.
Necesito retroceder un año y borrar esa historia que irónicamente se escribió sin mi consentimiento, mientras atrás mío hay alguien más feliz que yo, disfrutando en mi lugar las cosas que me pertenecían. Robándome los recuerdos, escupiéndome en mis pies y gritando: YO GANE! YO GANE!.
Cuando dije sin recato, con los ojos entristecidos, las manos sudorosas y la cabeza mareada de tanto pensarlo: no me dejes nunca.
Me abandoné yo! Me privé yo! Me endurecí, entristecí y enceré mi facha para permear los malos sentimientos que dañan.
Qué hice por dios para guardar tanta tristeza sobre mis pies, tanto que me pesa al caminar, tanto que me estanqué en el mismo suelo otra vez.
Alguien más terco que yo merece todo esto, mis gritos, mis llantos, mis golpes y un poco de mis recorridos dolorosos por los antiguos pasos que di segura.
Ya no quiero más rencor, ya no quiero más culpar a otros, ni a esos, ni a él de lo que me pasa a diario, de lo que gotea de mi cabeza cuando la saturo de pesares innecesarios, de lo amargo que saborea mi boca cada vez que lo recuerdo.
Y ahora ya no se quién soy sin mis rencores, sin mi séquito de maldiciones para la gente, sin mí, que hace unos minutos me llevaron atrapada en un bolsillo de un pantalón, que no podré salir de ahí hasta que otro venga y me utilice otra vez.

lunes, septiembre 03, 2007

Me siento sucia y malgastada. Me he bañado tres veces en el día para sacarme la sensación de “utilidad pública” que me dejaste en el cuerpo. He fumado más que una puta amargada en una esquina, me dejaste los ojos entristecidos y la boca bien cerrada.
Ya no se qué hacer para que entiendas que en el mundo hay mas entretenciones que mi cuerpo y mis sentimientos, que no soy una clausula de salida fácil, un escape rápido a tu virilidad adolescente.
Estoy dopada, defraudada y herida. Cansada de lamentarme y arrepentirme.
Y vienes así nada mas, llegas, me tienes y te vas. Créeme que yo también siento a veces, mas que tu… mucho mas que tu.
Que esto ya me llegó hasta el cuello y me ahogo, me presiona y disminuye. Soy potencialmente ingenua, tonta, crédula y confiada. Ya no quisiera saber mas de esto, pero no quiero irme con la sensación de botar todas las ilusiones por la cañería. Que lo que dije es cierto, que lo que hice fue más cierto aún, con los ojos empapados de recuerdos y sentimientos vagos.
Vomité todo y no guardé nada para una segunda vuelta, escavé y escavé en mi cabeza para encontrar todo lo que debía decirte, pero me parece que se me olvidó decirte que la única persona que pierde aquí, soy yo.
Que tu emocionalidad madure de una vez por favor y no te arrepientas jamás de hacerme creer tantas cosas sobre nosotros dos.