miércoles, enero 09, 2008

De película.

Tengo veinte en el nuevo siglo y milenio retro, amor juvenil diría yo.
Se me escapa la juventud, me niego a lo retro, desprecio el amor.
Bobadas sesenteras y lentes grandes, zapatitos de nena y collares de perlas falseadas.
La última vez me arranqué con pinta noventera y el corazón en la mano, lo encogí y lo guarde en la cartera junto a mi labial y mi cigarrera.
Dios, que bien me veía ese día. Aun lo recuerdo, jeans rectos y traposos, zapatillas ad-hok, una sudadera al estilo norteamericano y el pelo suelto, loco. Un bolso de mano y dentro de él accesorios de niñas, maquillaje para no creerlo. Dios… que bien me veía.
A excepción de mi vuelta en el metro, maquillaje corrido como en una película de corte pasional y cine amateur. Mi cara deformada por el llanto y el sufrimiento momentáneo, la gente mirándome y haciendo un primer plano a mis ojos enrojecidos. Mike Nichols sentado en su silla de director apuntándole al camarógrafo: la toma del metro llegando!, sus ojos!, toma aérea!. Y yo como si nada en el suelo, pensando cómo es que sería mi próximo despecho, mi próxima salida con un hombre que me hiciera sufrir. Amor pasional al ritmo de Oceans de Pearl jam, o quizás… en una de esas Crazy Mary.
Luego en mi casa, más noventero aún. Música a pure volumen, un cenicero inundado de cigarros a medio terminar y latas de cerveza alrededor, luz tenue. Mi cara de sufrimiento había pasado al olvido, ahora se enmarcaba en rabia y venganza, gritos de entereza y el teléfono marcando al susodicho oportunista. -Qué putas has hecho, qué diablos me hiciste Infeliz!.
Tome una lata y luego otra. Ordené mi cartera para la noche, una salida nocturna me salvo de una tina caliente y música suicida.
El tiempo pasa y es ridículo aclararlo, no hay suficiente dinero para la cerveza y los cigarros se consumen hasta con el soplo de un ventilador a medio funcionar. No he ahorrado lo suficiente para comprarme un auto y pasearme con la mejor pinta no-adolescente frente a su casa, yo maduré, o a eso no me abstengo.
Comencé a vivir como sabía hacerlo, dando pasos cortos y medio temblorosos, moviendo las caderas de un lado a otro y dando vuelta la cartera por el aire, los labios rojos y lentes de sol cubriendo la resaca en mis ojos.
Desde ese tiempo a ésta parte me he sentado unas quinientas veces en plazas distintas, malls y lugares nocturnos, esperando a que llegue ese perfecto oportunista quien me pudiera hacer nuevamente protagonista de mi propia vida otra vez, actriz principal de películas amateurs de bajo presupuesto, o quizás uno de esos, que pocas veces se ven por ahí… que me quitara protagonismo para al fin no pensar tanto en cómo seria mi vida con más malas actuaciones y guiones sentimentalistas arrollados por sufrimiento.

1 comentario:

Sebastian dijo...

A veces pienso y siento que tambien se me escapa la juventud, que ya no tengo 15 ni 18 años, que tengo 20, que me esta saliendo pelo en pecho, que ciertas fiestas me aburren, que cierta gente me aburre. No sé, pensemos que la vida es como una orquesta, cada dia es una nota musica, ciertas personas resultan ser los instrumentos musikales, y siempre hay pausas, silencios, no sé, las cosas siempre salen para ke resultan lo mejor para nosotros. Diablos, detesto ser tan optimista, pero no consibo la idea de que moriremos castos y devotos!. Ya llegara "ese" personaje que nos robe el aire, osea, siempre llegan, ¿como no han de llegar? Vente, te extraño.